lunes, 17 de febrero de 2014

PASIÓN POR EL FÚTBOL



"El héroe de los Cármenes" es como se conoce a Migue, que vive por y para su equipo de fútbol, el Granada C.F.

La historia de Miguel es verdaderamente sobrecogedora, un chico granadino invidente que vive el fútbol como cualquier otra persona. Miguel, acude al estadio de Los Cármenes cada 15 días a animar al equipo de sus amores. Cualquier palabra se queda corta para definir el poder de superación de este chico, que además de animar al equipo rojiblanco, es capaz de realizar numerosos deportes.

Si hablamos de fútbol como cuestión de orden identitario fuerte, éste es el mayor ejemplo. Un fiel aficionado que ha salvado todas las "barreras" que la vida le ha ido colocando. Ante esto, nos encontramos con una dimensión casi oculta del deporte rey. Hablamos de fútbol como vehículo de integración social.

Todos conocíamos la cara A de este deporte, pero ir más allá significa verlo como creencias, generador de modelos de conducta social, de un lenguaje común, propio y aplicable en la vida "real". Además, se reproducen comportamientos comunes y, se imita y sigue a unos "referentes" de valores, más positivos que negativos.

No debemos obviar, sin embargo, la influencia contraproducente que puede provocar esta cultura del fútbol. Como ejemplo, tenemos la distorsión y/o conflicto desde que se cruza la estrecha línea entre espectáculo y radicalismo con tintes violentos.

A pesar de ello, en este caso, nos encontramos con el fútbol más favorecedor: el de sentimiento de pertenencia, de sentido y de identidad y, más enriquecedor aún; como terapia para la integración social más eficiente.



                                                      

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